¿Cómo combatir el ardor de estómago (y las náuseas) durante el embarazo? Consejos para mejorar la digestión de las futuras madres

Levante la mano la mujer que tenga o haya tenido problemas digestivos durante el embarazo. Si tuviéramos que contarlas, sería casi un plebiscito. De hecho, estas dolencias afectan a la gran mayoría de las embarazadas, a unas más y a otras menos, a unas antes y a otras después. Se calcula que casi 3 de cada 4 madres experimentan malas digestiones sobre todo a partir del segundo semestre de embarazo. Si, por tanto, los problemas digestivos son bastante frecuentes, veamos cuáles son sus causas y cómo pueden ser aliviados.

A lo largo del embarazo, desde la concepción hasta el parto, el cuerpo de la mujer se ve acompañado de importantes cambios físicos y psicológicos. Se trata de cambios corporales, hormonales y emocionales que van acompañados de una serie de síntomas que pueden aparecer a lo largo del embarazo o cambiar durante el mismo. No hay por qué preocuparse: son un efecto natural de la gestación. Los problemas digestivos, en particular, son el resultado del aumento de volumen del útero que comprime el estómago y de las hormonas que afectan al ritmo de la digestión. Los síntomas son varios, de las náuseas a la acidez, de la sensación de plenitud y peso en el estómago al reflujo gástrico.

Pero si la mala digestión y las molestias resultantes pueden afectar a la tranquilidad de la futura madre, hay algunos pequeños trucos que pueden ayudar a la mujer a tolerar los problemas.

En cuanto a las náuseas, si son leves, es suficiente fraccionar las comidas, evitar los alimentos pesados como los fritos y las grasas animales, consumir hidratos de carbono por la mañana para compensar la acidez de estómago y nunca beber con el estómago vacío.

En los casos en que las náuseas son más graves y van acompañadas de vomito, es necesario consultar y acordar un tratamiento con el médico. Generalmente, se administran soluciones fisiológicas y sales minerales. Un pariente cercano de las náuseas es el reflujo esofágico. De nuevo, para prevenir este trastorno, es aconsejable dividir las comidas en muchos tentempiés pequeños y preferir alimentos de digestión rápida, evitando las grasas animales, los condimentos pesados, las salsas, las cremas y los alimentos picantes. Lo mejor es evitar acostarse inmediatamente después de las comidas, ya que la posición tumbada favorece el reflujo.

En cambio, se recomienda un agradable paseo, que también es bueno para el cuerpo. Para facilitar el descenso de los alimentos al estómago, también se puede poner una almohada debajo de la cabeza para darle la inclinación adecuada. También hay algunos medicamentos que pueden ayudar sin riesgo para el feto. Los que contienen bicarbonato sódico, por ejemplo, neutralizan la acidez y protegen la mucosa del esófago sin afectar a la salud del bebé. En cualquier caso, siempre hay que consultar al propio médico.

Contra la acidez, hay que evitar los alimentos que contienen cafeína, como el café, por supuesto, el té y el chocolate, o las comidas ácidas, como el tomate y el limón.

También hay precauciones generales que siempre son válidas, como masticar despacio y beber los fatídicos dos litros de agua al día. Pero incluso con el agua hay que tener cuidado: debe tomarse en pequeñas cantidades y a menudo a lo largo del día para evitar el reflujo y mantenerse hidratados. Deben evitarse las bebidas carbonatadas, mientras que el té y la manzanilla pueden tomarse pero con moderación.

También es posible encontrar alivio a los trastornos digestivos con remedios naturales como tomar jengibre y vitaminas B1 y B2 que regulan los procesos digestivos. Antes de tomar suplementos, sin embargo, debes consultar a tu ginecólogo.

Por último, hay que prestar atención al peso. Un aumento excesivo de peso favorece los trastornos digestivos. Al contrario, mantener la alimentación bajo control, junto con un estilo de vida activo, ayuda a prevenir y aliviar las molestias y favorece la salud tanto de la madre como del bebé.

(Monica Di Lecce)

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